Confucio:
(en chino simplificado y tradicional, 孔夫子; pinyin, Kǒngfuzǐ; Wade-Giles, K’ung-fu-tzu, lit. “Maestro Kong”; Qufu, Lu, 28 de septiembre de 551 a. C.-Lu, 11 de abril de 479 a. C.) fue un reconocido filósofo chino cuya doctrina recibió el nombre de confucianismo. Procedente de una familia noble arruinada, a lo largo de su vida alternó periodos en los que ejerció como maestro con otros en los cuales fue funcionario del pequeño estado de Lu, trabajó de carpintero en el noreste de China, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Zhou o período de las Primaveras y Otoños (770-476 a. C.).
Saber lo que es correcto y no hacerlo es la peor cobardía.
Es el hombre el que hace grande a la verdad, y no la verdad la que hace grande al hombre.
Todo tiene belleza, pero no todo el mundo lo ve.
Un gran hombre es duro consigo mismo; un hombre pequeño es duro con los demás.
Por naturaleza, los hombres son casi iguales; por práctica, llegan a separarse ampliamente.
El hombre que hace una pregunta es un tonto por un minuto, el hombre que no pregunta es un tonto de por vida.
Nuestra mayor gloria no está en nunca caer, sino en levantarnos cada vez que caemos.
Los que son dueños de sí mismos no necesitan medirse con los demás.
Los que no practican la modestia al hablar tendrán dificultades para cumplir sus palabras.
Sólo cuando remes a través del mar descubrirás quién eres realmente.
Con un buen final viene un buen principio.
Un ser humano tiene dos orejas y una boca para escuchar el doble que para hablar.
Dame un trabajo que me convenga y no tendré que trabajar nunca más.
¿Cómo quieres entender la muerte? Ni siquiera entiendes aún la vida.
El silencio es un amigo que nunca te traiciona.
Todo el arte de hablar es: hacerse entender.